El papa Francisco

14 Mar

¿Francisco, el papa Francisco, Francisco I? La Santa Sede me ha corregido a mí y a todos los que desde un principio, emocionados, nos comprometimos con el nombre ‘Francisco I’. No, como no hay un Francisco II, no hay tampoco un Francisco I. Simplemente Francisco. Pero, ¿Francisco? Veamos. ‘Benedicto XVI viaja a México’. Listo, todos entendemos. ‘Francisco viaja al Brasil’. No, no es tan claro o tan completo. Toca decir: ‘El papa Francisco viaja al Brasil’. Circunloquio que podría obviarse si dijéramos: ‘Francisco I viaja al Brasil’. Yo creo que las razones de la Santa Sede para que el nombre de un papa que nunca se ha usado antes no sea ‘primero’, mientras no haya ‘segundo’, creo que estas razones son históricas. Me parece, sin embargo, desde una perspectiva lógica, que para que haya un primero no se requiere fácticamente que haya un segundo, sino tan sólo que quepa la posibilidad de que haya uno que sea segundo. Y mientras exista la Iglesia Católica siempre habrá la posibilidad de que un nuevo papa se llame ‘Francisco’. La Iglesia, en todo caso, se me dirá, no es un sistema lógico, sino una realidad histórica.

Hablando, entonces, de realidades históricas, el papa Francisco es el primer pontífice no europeo desde el año 741, cuando falleció el papa sirio San Gregorio III. Es que el papa Francisco es el primer papa nacido al sur de la línea ecuatorial, el primero nacido fuera del Viejo Continente o de la cuenca del Mediterráneo. Es que es el primer miembro de la Compañía de Jesús –esa benemérita orden– en acceder al solio de San Pedro, y el primer miembro de una orden religiosa que es papa en más de cien años, y eso que si somos estrictos, el último papa de una orden religiosa –no monástica, como Gregorio XVI, fallecido en 1846, ni de una orden secular, como León XIII, que murió en 1903– había sido Clemente XIV, fallecido en 1774, franciscano precisamente y quien, para más señas, fue el papa que ordenó la supresión de la Compañía de Jesús en 1773. En su reposo eterno, muy sorprendido estará el franciscano papa Clemente XIV  de que 240 años después de que en medio de lágrimas hubiese ordenado la supresión de la Compañía, un hijo de San Ignacio ocupe la misma silla pontificia, precisamente bajo el nombre de Francisco. Yo creo que se alegrará, sin duda, pues con ello el curso de la Iglesia, guiada con mano segura, pero suave, por el Espíritu Santo, se muestra más fuerte que las frágiles y cuestionables decisiones humanas. Que un jesuita papa lleve el nombre de Francisco es una manifestación clara de que la Iglesia en su totalidad es más que la suma de sus partes, así éstas sean órdenes tan poderosas, y benéficas, como los franciscanos o los jesuitas. Por estas razones, me parece que el papa, como quiera que se lo denomine, en latín, Franciscus, en inglés, Francis, en alemán, Franziskus, en francés, François, en español y portugués, Francisco, amerita la denominación de ‘primero’, que no será canónica, pero para nosotros es primero por estas y muchas otras razones.

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